El yodo radiactivo (I-131) es una herramienta fundamental en el manejo del cáncer de tiroides diferenciado, especialmente en los carcinomas papilar y folicular. Su acción se basa en la capacidad natural de las células tiroideas de captar yodo, lo que permite que el I-131 destruya tejido tiroideo remanente después de la cirugía o trate metástasis a distancia.
Se utiliza principalmente en tres escenarios:
- Ablación del remanente tiroideo: tras una tiroidectomía total, el yodo radiactivo destruye pequeñas cantidades de tejido tiroideo normal o residual que puedan permanecer en el cuello, facilitando el seguimiento mediante marcadores como la tiroglobulina.
- Tratamiento adyuvante: reduce el riesgo de recurrencia en pacientes con tumores de alto riesgo, multifocales o con invasión extratiroidea.
- Tratamiento de metástasis: es efectivo en metástasis a distancia, principalmente pulmonares u óseas, que retienen la capacidad de captar yodo.
Antes de la administración, se suele preparar al paciente con una dieta baja en yodo y, en algunos casos, suspensión de levotiroxina para elevar los niveles de TSH, optimizando la captación del radioyodo. Los efectos secundarios son generalmente leves e incluyen alteraciones temporales en la salivación, sabor metálico y molestias gastrointestinales; los efectos a largo plazo son poco frecuentes pero pueden incluir sequedad salival o cambios en la fertilidad.
El yodo radiactivo ha demostrado mejorar significativamente la supervivencia y el control de la enfermedad en cáncer de tiroides diferenciado, siendo un componente clave dentro de un manejo multidisciplinario que incluye cirugía, seguimiento con marcadores tumorales e imágenes y, cuando corresponde, supresión hormonal con levotiroxina.