La educación médica en las residencias quirúrgicas enfrenta uno de los retos más complejos dentro de la formación en ciencias de la salud: equilibrar la seguridad del paciente con la necesidad de que los residentes desarrollen habilidades clínicas, técnicas y de toma de decisiones en escenarios reales. A diferencia de otras especialidades, la cirugía exige un aprendizaje progresivo basado en la práctica deliberada, la supervisión estrecha y la repetición sistemática en un entorno donde los errores tienen consecuencias inmediatas.
En las últimas décadas, el modelo tradicional de aprendizaje —“see one, do one, teach one”— ha sido cuestionado. Hoy se reconoce que la formación quirúrgica requiere un enfoque más estructurado, apoyado en competencias, simulación, retroalimentación continua y evaluación objetiva del desempeño. Plataformas como la simulación de alta fidelidad, los modelos anatómicos, la realidad virtual y la cirugía asistida por video han demostrado mejorar el aprendizaje y reducir la curva operatoria antes de que el residente enfrente procedimientos complejos en quirófano.
La carga asistencial, las horas laborales y el agotamiento psicofísico continúan siendo desafíos importantes. Estudios recientes señalan que la fatiga, la sobrecarga administrativa y la pobre supervisión afectan directamente la calidad educativa. Por ello, los programas modernos han priorizado sistemas de mentoría, límites de horas, sesiones de bienestar y estrategias para fomentar ambientes de aprendizaje seguros, libres de violencia o humillación, donde el residente pueda preguntar, equivocarse y mejorar.
Un elemento central del progreso en la educación quirúrgica es la transición hacia un modelo de competency-based medical education (CBME). Este enfoque valora la progresión del residente según su capacidad demostrada, no solo por el tiempo cursado. En este modelo, la evaluación por hitos (“milestones”), las observaciones directas en quirófano, los registros de caso y la retroalimentación estructurada permiten una formación más personalizada y alineada con las necesidades reales del residente y del sistema de salud.
Finalmente, la cirugía del futuro exige profesionales no solo técnicamente competentes, sino también con habilidades en liderazgo, comunicación, trabajo en equipo y seguridad del paciente. Incorporar estas competencias “no técnicas” en la formación quirúrgica es clave para mejorar resultados y fortalecer la cultura de calidad en los hospitales docentes.
La educación médica en residencias quirúrgicas continúa evolucionando. Integrar tecnología, metodología pedagógica, apoyo emocional y rigor académico permitirá formar a la siguiente generación de cirujanos con excelencia, humanismo y responsabilidad.
Bibliografía recomendada
- Zendejas B, Brydges R, Hamstra SJ, Cook DA. State of the evidence on simulation-based training for laparoscopic surgery: a systematic review. Ann Surg.
- Ahmed N, Devitt KS, Keshet I, et al. A systematic review of the educational impact of duty hours restrictions. Ann Surg.
- Holt KD, Miller RS, Nasca TJ. Residency training in surgery: reform and the role of the ACGME. Am J Surg.
- Greenberg CC, Regenbogen SE, Studdert DM, et al. Patterns of communication breakdowns resulting in injury to surgical patients. J Am Coll Surg.
- Royal College of Surgeons. Improving Surgical Training (IST) Programme Report.
- Bell RH. Why Johnny can’t operate: Problems with the surgical education system in the United States. Surgery.
- UpToDate. Overview of surgical education and training (acceso actual).
