El tratamiento del cáncer de tiroides depende del tipo histológico, la extensión de la enfermedad y el riesgo de recurrencia. En general, el manejo combina cirugía, terapia adyuvante y seguimiento especializado. La tiroidectomía total o lobectomía, según el caso, sigue siendo la piedra angular del tratamiento quirúrgico. En tumores diferenciales de alto riesgo o enfermedad multifocal, se prefiere la tiroidectomía total, mientras que los tumores pequeños y unifocales pueden manejarse con lobectomía más seguimiento estrecho.
La terapia con yodo radiactivo se indica principalmente en carcinomas papilar y folicular con riesgo intermedio o alto de recurrencia, para ablación de remanente tiroideo y tratamiento de metástasis. La supresión con hormona tiroidea es otra estrategia clave, destinada a reducir la estimulación por TSH que podría favorecer la progresión tumoral.
En casos de cáncer medular de tiroides, la cirugía radical es la principal estrategia, y el tratamiento adyuvante incluye vigilancia de marcadores tumorales (calcitonina y CEA). Por otro lado, el carcinoma anaplásico o formas indiferenciadas requieren un enfoque multimodal, combinando cirugía paliativa, radioterapia y, en algunos casos, terapias sistémicas dirigidas o inmunoterapia, debido a su agresividad y mala respuesta a tratamientos convencionales.
En todos los casos, el seguimiento prolongado con ecografía cervical, marcadores séricos y, cuando corresponda, imágenes funcionales, es esencial para detectar recurrencias tempranas y adaptar la terapia de manera individualizada.