Existe evidencia que sugiere una relación entre la obesidad y el cáncer de tiroides, aunque los mecanismos exactos aún se estudian. La obesidad se asocia con un estado de inflamación crónica, alteraciones hormonales y resistencia a la insulina, factores que pueden favorecer el crecimiento y la proliferación de células tiroideas. Además, niveles elevados de leptina, adipocitocinas y factores de crecimiento asociados con el tejido adiposo podrían estimular vías de señalización que promueven la carcinogénesis tiroidea.
Epidemiológicamente, estudios han observado que las personas con sobrepeso u obesidad presentan un mayor riesgo de desarrollar carcinoma papilar de tiroides, el tipo más frecuente de cáncer tiroideo. También se ha sugerido que la obesidad podría asociarse con tumores de mayor tamaño o con una tendencia ligeramente más agresiva, aunque los datos aún son limitados y se requieren estudios prospectivos para confirmarlo.
Desde el punto de vista clínico, mantener un peso saludable, dieta balanceada y actividad física regular no solo ayuda a la prevención de enfermedades metabólicas y cardiovasculares, sino que también podría contribuir a reducir el riesgo de cáncer de tiroides y mejorar el pronóstico en pacientes diagnosticados.