La cirugía es la piedra angular en el tratamiento del cáncer de tiroides y su objetivo principal es eliminar el tumor y, cuando es necesario, los ganglios linfáticos afectados. La elección del procedimiento depende del tipo de cáncer, tamaño del tumor, presencia de enfermedad multifocal y riesgo de recurrencia.
En la mayoría de los carcinomas papilares y foliculares, se realiza tiroidectomía total en casos de tumores grandes, multifocales o con afectación ganglionar, mientras que una lobectomía puede ser suficiente en tumores pequeños, unifocales y de bajo riesgo. Durante la cirugía, se presta especial atención a estructuras críticas como los nervios laríngeos recurrentes y las glándulas paratiroides para prevenir complicaciones como la parálisis de cuerda vocal o hipocalcemia.
Cuando hay metástasis a ganglios cervicales, se realizan disecciones ganglionares selectivas o radicales según la extensión de la enfermedad. La cirugía puede complementarse posteriormente con terapia con yodo radiactivo y supresión hormonal con levotiroxina para reducir el riesgo de recurrencia.
En general, una cirugía bien planificada y realizada por un cirujano con experiencia en tiroides ofrece excelentes tasas de curación y es fundamental para el pronóstico a largo plazo del paciente.